Todos, en algún momento, nos enfrentamos al duro golpe de la muerte. En ocasiones, ésta llega con el paso natural del tiempo; otras, sorprendentemente, producto de un suceso inesperado. Sin embargo, el "Quitarse la vida uno mismo" tiene una connotación única, pues es una elección de alguien cercano de terminar con su propia vida. Esta decisión deja a los seres queridos en un torbellino de emociones que desafían cualquier comprensión lógica.
Quitarse la vida uno mismo, para algunos es un exceso, yo lo considero además, una carencia de motivaciones para justificar la importancia de su existencia.
El siguiente tema es realmente trágico y en mi opinión las motivaciones rotundamente fracasan cuando alguien decide terminar su vida, por la razón que sea. Alguna vez hemos escuchado o leído....algo sobre "una muerte digna"... casi siempre una frase utilizada para referirse a mártires de su ideología. En mi opinión, no hay nada digno en morir, la dignidad existe al vivir.
Por la importancia de este tema me he extendido un poco más que de costumbre, si prefieres escucharlo mientras haces otras tareas que consideras importante, desarrollé una versión para audio, el cual puedes escuchar si visitas el enlace que aparece en esta publicación.
En vez de llamarlo suicidio, lo llamaré como QUITARSE LA VIDA UNO MISMO, para que cada vez que lo leas sepas su significado y su connotación.
Quitarse la vida uno mismo, no sólo sume a las personas en el dolor convencional de la pérdida, sino que les arrastra hacia un abismo de culpa, desconcierto y alteraciones emocionales. Es una experiencia devastadora que plantea desafíos específicos para quienes quedan atrás.
Mientras estudiaba medicinas en la década de los ochenta, leí una tesis de grado sobre la incidencia elevada de suicidio en Cuba, y las formas más utilizadas en el grupo de mujeres y hombres. Las mujeres prefirieron "quemarse" y los hombres que se suicidaron, prefirieron "ahorcarse".
Una depresión extrema y la desesperación son detonantes para tomar esa fatal decisión.
Cada pregunta merece una respuesta y otra pregunta.
¿A quien le importa, durar cien años? Quien tiene noventa y nueve, por ejemplo.
¿Quien puede vivir esta vida miserable? Se preguntarán otros. Y otros responderán, muchos, esos que están, en situaciones, aún más deplorables.
Lo que intento decir es, que siempre habrá más de una razón para no cometer un acto de "Quitarse la vida uno mismo". Sin embargo, quienes lo cometen, se adueñan de otras razones.
Ser diferente y sentir diferente, es algo natural, y es normal en muchos individuos, y en diferentes culturas.
Las personas deben desarrollar su superación individual primero, y luego, ofrecer sus habilidades a otros, en la comunidad, en la sociedad. Cuando la ley obliga, a que los individuos de una comunidad piensen en la colectividad antes de pensar en ellos mismos, debilitan el potencial y la responsabilidad que cada uno puede ofrecer como individuo, y la capacidad de beneficiar más tarde, al colectivo. En esas leyes centralizadas ejercidas como políticas de estado, la iniciativa individual se interpreta como si fuera un pecado. Y en el otro extremo, existen comunidades que practican el liberalismo, y el libre albedrío, bajo las tendencias de: uno mismo como primera opción, como segunda y tercera opción. De allí, surge la gran importancia de tener las opciones de elegir, de moderar y evitar los extremos.
Yo prefiero cada vez que puedo, resaltar la vida, sin embargo no es lo que uno prefiera cuando otros deciden otras opciones, entonces respeto las decisiones de otros, aunque siga fiel en mis preferencias. Por tanto, mencionaré algunos elementos que anteceden y acompañan esas decisiones nefastas para terminar la vida antes de tiempo. Y repito, estas situaciones deben ser primero identificadas por el protagonista o en su defecto por personas allegadas, cuando una persona no está consciente, que el curso de sus acciones se dirigen a cometer un acto de "Quitarse la vida uno mismo", incluso algunos niegan, que su conducta muestra evidentes señales de peligro y se dirigen a esa tendencia, el asunto ya ha escalado un nivel más peligroso, intenso, dañino y demanda mayores cuidados.
Preste mucha atención:
La Culpa: Esta es, quizás, la más intensa y desafiante de las emociones. A diferencia de otras muertes, donde rara vez nos sentimos responsables, tras un suicidio, se tiene una tendencia casi instintiva a pensar que podríamos haber hecho algo para evitarlo. Este sentimiento de culpa puede convertirse en un obstáculo casi insuperable en el proceso de duelo. En países como Japón, pienso que alguna vez, la vergüenza que existía por la percepción de culpa, les hacía cometer el harakiri, un acto de sacrificio extremo humano, para salvar el honor de la familia.
El Estigma: A pesar de los avances en concienciación y comprensión, la sociedad aún estigmatiza el "Quitarse la vida uno mismo". Mientras que la mayoría de las personas en duelo reciben apoyo y empatía, quienes han perdido a alguien por suicidio pueden sentirse juzgados o incluso marginados.
La Ira: Merece mayor explicación y en un momento expresaré uno de tantos conceptos que existen acerca de este sentimiento. Pero lo importante es, identificarlo oportunamente, cuando usted proyecta la ira y no lo reconoce, entonces la situación ha escalado un nivel mayor y requiere que sus seres queridos o alguien en su entorno reporte su situación para que reciba ayuda adecuada lo antes posible. Según el siguiente concepto, la ira es una emoción natural que surge como respuesta a situaciones que se perciben como amenazas o injusticias. Es una reacción que tiene como objetivo defender nuestros derechos o establecer límites. Sin embargo, la forma en que cada persona maneja y expresa esta emoción puede variar ampliamente.
Características y manifestaciones de la ira:
Respuesta física: Cuando una persona siente ira, su cuerpo puede reaccionar con un aumento en la frecuencia cardíaca, respiración acelerada y tensión muscular, entre otros síntomas. Lo anterior crea inseguridad en el individuo y añade más ansiedad y desesperación.
Expresión emocional: Puede manifestarse como frustración, resentimiento, enojo o incluso furia, dependiendo de la intensidad. La mayoría dicen: todos tenemos un mal momento y por creer que es común, algunos prefieren pasar esa página restándole importancia.
Reacciones conductuales: Las personas pueden expresar su ira verbalmente, a través de gritos o palabras duras, o físicamente, a través de acciones agresivas o violentas. También hay quienes reprimen su ira, lo que puede llevar a manifestaciones pasivo-agresivas o a problemas de salud a largo plazo. Muchos dejan pasar esa gran oportunidad de asistir a un ser sensible que necesita ayuda.
Respuesta cognitiva: La ira puede influir en la forma en que una persona piensa o percibe situaciones, llevándola a interpretar eventos de manera más negativa o defensiva. Y se hace costumbre si no se identifica como banderas rojas y señales que deben ser atendidas con prontitud.
Es importante destacar que la ira en sí misma es una señal de alerta que no debe ser subestimada. Puede servir como un indicador de que algo no está bien y necesita ser abordado. Sin embargo, el problema surge cuando no se maneja adecuadamente, lo que puede llevar a conflictos, decisiones impulsivas o daño a uno mismo y a los demás.
Por lo tanto, aprender a reconocer, comprender y manejar la ira de manera saludable es esencial para mantener relaciones interpersonales sanas y para el bienestar personal. Terapias, técnicas de relajación y habilidades de comunicación son herramientas útiles para aquellos que buscan gestionar mejor esta emoción.
Desconexión: El "Quitarse la vida uno mismo" puede distorsionar y oscurecer los recuerdos felices de un ser querido. Porque, a diferencia de otras formas de muerte, parece que han tomado una decisión que muchos no pueden comprender ni aceptar.
Por todo ello, es esencial subrayar la importancia de mantener un equilibrio emocional adecuado y de estar alerta a las señales de aquellos a nuestro alrededor. Cuando alguien comparte detalles sobre cómo ha considerado quitarse la vida, es un llamado de atención urgente y una señal de alarma que no podemos, ni debemos, ignorar. Debemos reportarlo a las instituciones y autoridades competente.
Enfrentarse al suicidio de un ser querido es un viaje doloroso y solitario. Sin embargo, es crucial recordar que no estás solo en este proceso. Buscar ayuda, ya sea de profesionales o grupos de apoyo, es esencial para encontrar una forma de seguir adelante, sanar y eventualmente encontrar la paz. Es un recordatorio de que, como sociedad, debemos estar atentos, ser comprensivos y apoyarnos mutuamente en tiempos de crisis.
Una forma práctica y fácil de contribuir a su vida, la cual a menudo subestimamos, es acercarnos unos a otros, llamar por teléfono a personas conocidas, invitarlo a reunirse juntos, expresar recuerdos amenos, charlas que resalten el aprecio mutuo, programar y planificar eventos en el futuro inmediato, ser compasivo, escuchar y motivar. Cuando lo hacemos con frecuencia nos hacemos perfecto y sin apenas estar conscientes, estamos salvando muchas vidas. Yo te agradezco en nombre de todos ellos. Gracias.
Le pido a todos que se tomen un segundo para reflexionar, y hagan clic en compartir con otros este contenido. Así navegará en las redes y su destino pudiera ser la atención de alguien que necesita ayuda sin saberlo, pero al percibir su propia interpretación reconozca esas señales de peligros que deben ser atendidas a tiempo. No lo dejes pasar.
Quitarse la vida uno mismo, para algunos es un exceso, yo lo considero además, una carencia de motivaciones para justificar la importancia de su existencia.
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